En 2025, la Alianza del Pacífico enfrenta uno de los momentos más inciertos desde su creación en 2011. Conformada por México, Colombia, Perú y Chile, este bloque económico buscó desde el principio impulsar el libre comercio, la integración regional y una proyección conjunta hacia Asia-Pacífico. Sin embargo, los recientes cambios de gobierno y diferencias ideológicas entre sus miembros han generado tensiones que ponen en duda su continuidad o al menos su eficacia.

Un poco de contexto
País | Gobierno actual (2025) | Posición respecto a la Alianza |
México | Claudia Sheinbaum (izquierda moderada) | A favor, pero con agenda social y soberanista |
Chile | Gabriel Boric (izquierda progresista) | Crítico, apuesta por reforma del bloque |
Colombia | Gustavo Petro (izquierda) | Distante, prioridad a agenda interna |
Perú | Dina Boluarte (centro derecha) | A favor, pero sin liderazgo activo |
Tensiones internas
Durante los últimos dos años, las diferencias políticas entre los gobiernos miembros han entorpecido la toma de decisiones. Por ejemplo, la rotación de la presidencia pro tempore ha sido motivo de fricción entre Perú y México. La negativa del expresidente AMLO de entregar la presidencia a Dina Boluarte generó un episodio diplomático que aún resuena y que dejó huella en la confianza mutua dentro del grupo.
A esto se suma el bajo perfil que han tenido las cumbres del bloque en 2024 y 2025. Mientras algunos presidentes optan por enviar representantes y no asistir personalmente, otros han propuesto reformar los objetivos originales del acuerdo o incluso redirigir esfuerzos hacia nuevos mecanismos regionales.
Logros alcanzados (y en riesgo)
Avance logrado | Estado actual en 2025 |
Eliminación de aranceles | Activa en el 92% de productos |
Movilidad estudiantil | Disminuyó un 30% post pandemia |
Plataforma de negocios | Menor actividad en ferias |
Integración financiera | En pausa desde 2023 |
Consejo Empresarial | Inactivo desde mediados de 2024 |
La Alianza ha logrado eliminar aranceles entre sus miembros en casi el 92% del comercio bilateral, facilitando el intercambio de bienes. También se implementaron visas para movilidad estudiantil y plataformas conjuntas para atraer inversiones. No obstante, varios de estos avances han perdido fuerza por la falta de impulso político.
Pese a todo, en 2023 el bloque representaba el 41% del PIB de América Latina y el Caribe y el 38% de sus exportaciones. En conjunto, superan los 230 millones de habitantes y han firmado tratados de libre comercio con más de 60 países.

Factores externos
A nivel internacional, el ascenso de bloques como el T-MEC, el Mercosur reformado y la creciente influencia de China en la región ha disminuido la relevancia estratégica de la Alianza. Además, la pandemia y la crisis logística global reorientaron las prioridades de muchos países hacia sus propias economías internas.
La competencia geoeconómica también ha afectado la unidad del bloque: mientras México estrecha lazos con Estados Unidos, Chile ha firmado acuerdos independientes con la Unión Europea y Perú explora nuevas rutas comerciales con el sudeste asiático.
¿Hay futuro para la Alianza?
No todo está perdido. Expertos coinciden en que la Alianza del Pacífico sigue teniendo un potencial enorme si logra adaptarse a las nuevas realidades políticas y económicas. Algunos caminos posibles incluyen:
- Flexibilizar su estructura y permitir distintas velocidades de integración
- Enfocarse en objetivos comunes como sostenibilidad, tecnología y educación
- Renovar la cooperación con socios observadores como Corea del Sur, Singapur y Australia
- Crear un observatorio de cumplimiento para fomentar la transparencia y el compromiso mutuo
Además, el bloque cuenta con una ventaja natural: todos sus miembros tienen costa en el Pacífico, lo que facilita la logística y el comercio con Asia. Este aspecto sigue siendo una razón clave para revitalizar su visión original de integración económica orientada al mercado global.
Conclusión

En 2025, la Alianza del Pacífico no está muerta, pero claramente está en pausa. Su viabilidad dependerá de la capacidad de sus miembros para superar diferencias ideológicas y retomar el espíritu pragmático que la caracterizó en sus primeros años. Para México, seguir participando activamente en este bloque puede significar mantener un pie firme en la cooperación regional sin perder de vista su agenda nacional.
El futuro de la Alianza dependerá de decisiones concretas: retomar el diálogo de alto nivel, dar voz a los sectores productivos y definir una hoja de ruta común. Porque en un mundo fragmentado, apostar por la integración sigue siendo una estrategia valiosa.