México está luchando contra lo que denomina el plagio de textiles indígenas, reuniendo a artesanos tradicionales y diseñadores internacionales para un diálogo con el objetivo de crear una industria de la moda más equitativa.
Decenas de tejedores indígenas y otros artesanos se están reuniendo este fin de semana en la antigua residencia presidencial de Los Pinos en la Ciudad de México para la feria “Original”, organizada por el Ministerio de Cultura.
Junto a un mercado al aire libre que vende ropa y accesorios como el huipil, una blusa tradicional de algodón blanco con finos bordados, también se realizan desfiles de moda que asemejan marchas de orgullo indígena.
El objetivo es acabar con lo que el gobierno izquierdista de México denuncia como la apropiación cultural de los motivos, bordados y colores de las comunidades indígenas por parte de casas de moda extranjeras.
“El plagio no es un homenaje. El robo no es el fruto de la inspiración,” dijo la ministra de Cultura, Alejandra Frausto, durante la inauguración de la feria. Denunció a los “piratas modernos” que “toman lo que les gusta y lo etiquetan como cualquier tipo de mercancía.”
‘Falta de comunicación’
México obtuvo una disculpa el año pasado de la diseñadora francesa Isabel Marant después de que Frausto exigiera una explicación por el uso de los patrones tradicionales de la comunidad Purépecha en su colección. Se han presentado quejas similares contra grandes marcas de ropa, como Zara y Mango. Marant afirmó que en sus futuros diseños “se rendirá un verdadero homenaje a nuestras fuentes de inspiración.” Un representante de su empresa se reunirá directamente con artesanos indígenas en la feria de Ciudad de México, al igual que uno de la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada.
El viernes, dos jóvenes diseñadores de París se sentaron con el artesano Ignacio Netzahualcoyotl y su socio Christian Janat en su taller en el estado de Tlaxcala, al este de la Ciudad de México. “El plagio es el resultado de la falta de comunicación,” dijo Netzahualcoyotl después. “Pedimos que nuestro trabajo se pague de manera justa,” agregó. “El precio debe tomar en cuenta el diseño, los patrones, el número de horas trabajadas,” dijo después de presentar su tela a los dos parisinos. “Queremos llegar a un acuerdo con los artesanos con los que vamos a trabajar,” dijo el diseñador francés Theophile Delaeter, co-creador de la marca Calher Delaeter junto con su co-creador franco-mexicano Alonso Calderón Hernández.
‘Es un robo’
Los artesanos indígenas en la feria se quejaron de descubrir copias de sus telas en internet. “Hace unos meses, luchamos porque encontramos un huipil reproducido por computadora,” dijo Candy Margarita de la Cruz Santiago, una joven tejedora del estado sureño de Oaxaca. Se están tomando medidas legales para abordar el problema. “Con las nuevas disposiciones que tenemos desde el año pasado, se necesita el consentimiento por escrito de las comunidades cuando este tipo de arte textil va a ser utilizado con fines de lucro,” dijo un representante del Instituto Nacional del Derecho de Autor, Marco Antonio Morales Montes. México también está pidiendo que se realice una discusión dentro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual sobre el tema, agregó.
Los tejedores artesanos como Marta Serna Luis, de 58 años, esperan que estos pasos les traigan el reconocimiento que buscan. “Debemos aplicar la ley contra los responsables del plagio. Es un robo,” dijo.